jueves, 4 de abril de 2024

Lecciones, piezas y diagramas de Feynman - Óscar Moreno Díaz

Capítulo 40

Lecciones, piezas y diagramas de Feynman.
(Por Óscar Moreno Díaz)






Las Lecciones de Física de Richard Feynman han enseñado, motivado e inspirado a miles de científicos en todo el mundo desde que se publicaron en 1963, poco después de que fueran impartidas por el propio Feynman a los estudiantes de primer y segundo curso de la carrera de Física en el Instituto Tecnológico de California (Caltech). Uno de los principales atractivos de esas lecciones es la sencillez con la que se presentan los conceptos, deduciéndolos o relacionándolos siempre con lo explicado previamente. Esa capacidad para hacer fácil lo difícil era característica de Feynman, que disfrutaba poniéndola en práctica a través de la docencia o de la divulgación.

Entre el público general fue creciendo el interés por acercarse a la física de la mano de una figura tan destacada como Feynman, ganador del Premio Nobel en 1965 y que además tenía talento para explicar de manera sencilla conceptos muy abstractos. Sin embargo, las Lecciones de Física no dejaban de ser un libro de texto para clases universitarias, y además de un nivel bastante exigente (no en vano, iban dirigidas a alumnos de Caltech). Por esa razón surgió la idea de publicar de manera independiente algunas de las partes más generales y sencillas de las lecciones, sin desarrollos matemáticos, lo que dio lugar a las famosas Seis piezas fáciles. Dado su éxito, posteriormente se publicaron también por separado algunas otras partes con un nivel algo más elevado, las Seis piezas no tan fáciles, enfocadas en la teoría de la relatividad. Y posteriormente, subiendo un poco más el nivel, Feynman se atrevió con una obra de divulgación sobre la teoría física que él mismo había contribuido a desarrollar, titulado Electrodinámica cuántica: la extraña teoría de la luz y la materia1.

 

Una imagen vale más que mil fórmulas.

La electrodinámica cuántica, abreviada a menudo como QED por sus siglas en inglés, es el nombre de la teoría cuántica de campos asociada a las interacciones electromagnéticas y describe a nivel fundamental todos los fenómenos eléctricos, magnéticos, ópticos y químicos de la naturaleza.

Los cálculos en el marco de esta teoría son complicados y requieren mucho tiempo, esfuerzo y, sobre todo, concentración, porque es muy fácil olvidarse de algunos términos o factores, lo que proporcionaría un resultado erróneo. Para solventar esta gran dificultad práctica, Feynman introdujo unas representaciones esquemáticas, o diagramas, que pretendían facilitar los complejísimos cálculos. Si estos se llevan a cabo correctamente, y para ello resulta casi imprescindible el uso de diagramas, la teoría QED es la más precisa de la historia de la física, y de la historia de la ciencia en general.

Feynman debió pensar que una imagen vale más que mil palabras, o en este caso más que mil fórmulas, y desarrolló un conjunto de reglas para construir los diagramas que representan una cierta reacción entre partículas y para asociar una expresión matemática a cada uno de ellos. Cuando se introducen algunos datos básicos de las partículas involucradas, como sus masas y velocidades, esa expresión proporciona un valor numérico relacionado con la probabilidad de que suceda la reacción.

Las reacciones de partículas pueden ser desintegraciones, cuando una partícula aislada se transforma espontáneamente en otras, o bien colisiones entre dos de ellas, que pueden dar lugar a partículas distintas de las iniciales. Cuando hablamos de partículas nos referimos a los constituyentes de los átomos (electrones, protones y neutrones), pero también a otras como muones y tauones, neutrinos, o quarks; estos últimos forman decenas de partículas compuestas distintas, entre las que se encuentran los propios protones y neutrones. También pueden participar las antipartículas de todas las anteriores, que se caracterizan por tener algunas propiedades con el signo opuesto, como la carga eléctrica, pero con la misma masa.

Todas las partículas mencionadas se denominan "de materia", pero en los procesos intervienen también necesariamente partículas "mediadoras", cuyo papel es generar las interacciones, es decir, producir las fuerzas entre las partículas. En la teoría QED esas fuerzas son las electromagnéticas, y la partícula mediadora es el fotón, que también es la unidad elemental de la luz visible y de cualquier otro tipo de radiación electromagnética (rayos X, ultravioleta, infrarroja, radio, etc.).

En la figura 1 se pueden ver dos ejemplos de diagramas de Feynman sencillos que están asociados a una misma reacción entre partículas, la colisión elástica entre un electrón (e) y un muon (μ); esta última es una partícula similar al electrón, también con una unidad de carga negativa, pero con una masa 200 veces mayor. Este proceso se denomina elástico porque las partículas resultantes son las mismas que las iniciales, aunque el valor y la dirección de sus velocidades pueden haber cambiado tras la colisión.

Fig. 1 Diagramas de Feynman en QED para la colisión elástica entre electrón y muon (e‾ + μ‾ → e‾ + μ), con el transcurso del tiempo en el eje horizontal. El diagrama de la izquierda tiene dos vértices y la línea interna corresponde a un fotón (γ) virtual. El diagrama de la derecha tiene cuatro vértices y contiene dos líneas internas de fotones (γ) virtuales y también de electrón (e) y positrón (e) virtuales formando un bucle.


Los diagramas de Feynman se representan en un plano cartesiano, uno de cuyos ejes indica el avance del tiempo y el otro indica una única coordenada espacial (en la figura 1 son el eje horizontal y el vertical, respectivamente). Así, leyendo cada diagrama de la figura en orden temporal, de izquierda a derecha, se observa que en el estado inicial hay un electrón y un muon, que interactúan intercambiando un fotón (que se dice virtual), y en el estado final sigue habiendo un electrón y un muon. Por tanto, los diagramas de la figura 1, y muchos otros más complicados, se asocian a la reacción e‾ + μ‾ → e‾ + μ.

Lo primero que hay que destacar de estos diagramas ideados por Feynman es que no son representaciones espaciales de los procesos, ya que uno de los ejes del plano indica el transcurso del tiempo, no una dirección del espacio. Dicho de otro modo, en los diagramas no se reflejan las trayectorias que seguirían las partículas como si fuesen bolas de billar chocándose en una mesa que miramos desde arriba. De hecho, los diagramas como los de la figura 1 representan cualquier configuración espacial de la colisión, como por ejemplo las mostradas en la figura 2. En esta figura los dos ejes del plano cartesiano sí que representan coordenadas espaciales (x e y), y se puede observar que en los distintos ejemplos las dos partículas finales salen con trayectorias muy diferentes (correspondientes a distintas energías). Por esa razón, algunas características de los diagramas de Feynman en realidad no tienen ningún significado, como por ejemplo las longitudes de las líneas o los ángulos que forman entre ellas. Lo relevante en los diagramas de Feynman es qué líneas están conectadas entre sí en los puntos de intersección, denominados vértices (círculos negros en la figura 1). En este sentido los diagramas de Feynman son equiparables a lo que en matemáticas se denomina grafos, o también a las representaciones de circuitos en electrónica, donde la forma y longitud de los cables conductores no tiene importancia, pero sí la tiene cómo están conectados entre sí y con los elementos del circuito.

Fig. 2 Tres ejemplos de posibles configuraciones espaciales de la colisión elástica entre un electrón y un muon, con diversas trayectorias de las partículas finales. Todas estas posibilidades, y cualquier otra, se representan con el mismo diagrama de Feynman.


Las partículas que intervienen en un proceso se representan en los diagramas de Feynman mediante líneas o flechas, que se unen entre sí en los vértices. Las partículas que entran y salen de la reacción (llamadas reales, porque son detectables) corresponden a líneas externas, que acaban en vértice solo por uno de sus extremos, mientras que las partículas intercambiadas (llamadas virtuales) corresponden a líneas internas, limitadas por vértices en sus dos extremos. El número de vértices puede ser tan grande como se quiera, dando lugar a diagramas cada vez más complicados, aunque representan la misma reacción entre partículas. Cuantos más vértices tengan los diagramas considerados, más preciso será el resultado, pero también más difícil será calcularlo. Por ejemplo, el diagrama de la izquierda de la figura 1 tiene dos vértices, mientras que el de la derecha tiene cuatro, porque incluye un bucle o loop en el que el fotón virtual intercambiado se divide momentáneamente en un electrón y en su antipartícula (llamada positrón, e), que enseguida se combinan para formar de nuevo el fotón.

 

De una fría bienvenida a un éxito arrollador.

Feynman presentó su técnica de cálculo basada en diagramas en una reunión científica celebrada en 1948 en las montañas de Pocono en Pennsylvania (EE.UU.). Feynman pronunció su charla al final de un largo día en el que un colega suyo, Julian Schwinger, había estado impartiendo seminarios sobre cálculos en QED desde por la mañana. Cuando Feynman comenzó a introducir sus ideas y trazó en una pizarra, por primera vez en público, uno de sus diagramas (parecido al de la izquierda de la figura 1), los asistentes estaban ya muy cansados. Ya sea por esa fatiga de la audiencia o porque las ideas presentadas eran demasiado novedosas, nadie pareció entender lo que Feynman quería transmitir con sus diagramas ni qué reglas había que emplear para convertirlos en expresiones matemáticas y finalmente en números contrastables con los datos experimentales.

Sin embargo, poco a poco se fue haciendo evidente que esos diagramas sí ayudaban a efectuar los cálculos en QED, o que directamente los hacían humanamente accesibles. Las reglas para emplearlos correctamente fueron sistematizadas por Freeman Dyson, que además demostró que el procedimiento era matemáticamente equivalente a los desarrollados por Schwinger, por un lado, y por Shinichiro Tomonaga, por otro. Feynman, Schwinger y Tomonaga compartieron el Premio Nobel de Física de 1965 por su "trabajo fundamental en electrodinámica cuántica, con profundas consecuencias para la física de las partículas elementales". El trabajo de Dyson (excluido, por cierto, del Premio Nobel), dotó de rigurosidad matemática a un procedimiento que Feynman desarrolló apoyándose en una especie de intuición, si es que algo así puede existir en un ámbito tan abstracto.

Años más tarde, Schwinger comentó que los diagramas de Feynman "habían acercado los cálculos a las masas", y también que "eran un asunto, como mucho, de pedagogía, no de física". La primera afirmación es cierta, siempre que con "masas" nos refiramos a un gran número de físicos teóricos, no a la población general (porque los diagramas de Feynman simplificaron mucho los cálculos, pero no tanto como para trabajar con ellos sin haber cursado, al menos, un grado en física). La segunda opinión es interesante, pero controvertida. Los diagramas de Feynman, ¿tienen solamente valor pedagógico, para enseñar a las "masas" de físicos a realizar cálculos en QED?, ¿o son una representación fidedigna de los procesos que ocurren en la naturaleza a nivel fundamental? Es posible que, al contrario de lo que afirmó Schwinger, los diagramas de Feynman contengan más física que muchos otros abstrusos desarrollos matemáticos, pero esta es una cuestión que sigue abierta, y cuya respuesta le atañe quizá más a la filosofía que a la física.

 

Contando historias.

El método de los diagramas proviene de un formalismo de la mecánica cuántica, desarrollado también por Feynman, denominado de "integrales de camino" o de "suma sobre historias". Por ejemplo, para el caso sencillo de una partícula que se desplaza desde un punto A hasta un punto B, este formalismo tiene en cuenta todos los posibles caminos que puede seguir la partícula en el espacio-tiempo, es decir, todos los recorridos posibles con todas las velocidades posibles. Esos caminos incluyen la línea recta entre A y B, pequeñas desviaciones de esa línea recta, grandes desviaciones, idas y vueltas, incluso marchas atrás en el tiempo. Esto implica que la trayectoria que sigue un fotón para ir de un lado a otro en un laboratorio ha de calcularse en mecánica cuántica teniendo en cuenta, por ejemplo, su excursión hacia Marte, su expedición a la Galaxia Andrómeda o su viaje a los confines del Universo. Los caminos posibles son infinitos, algunos de ellos próximos a lo que esperaríamos en física clásica, y otros muchos muy diferentes.

Para cada uno de los caminos se calcula una cierta cantidad, y se suman las cantidades asociadas a todos los caminos posibles (como hay infinitos, la suma se lleva a cabo mediante una integral). Este es el origen de los nombres dados al formalismo, "integrales de camino" o "suma sobre historias". La clave reside en que las cantidades asociadas a cada camino no son simples números, sino vectores o flechas, que pueden apuntar en direcciones parecidas, y entonces tienden a reforzarse entre sí, o pueden apuntar en direcciones muy diferentes, y entonces tienden a cancelarse (como cuando dos niños tiran del mismo juguete en direcciones opuestas)2. Los caminos que intuitivamente consideramos extraños, como el del paseo por Marte o por Andrómeda, tienden a cancelarse entre sí porque son muy numerosos y sus flechas apuntan en direcciones muy distintas. En cambio, los caminos más verosímiles, que son los que aparecen en física clásica, se asocian a flechas que apuntan en direcciones parecidas, y se refuerzan entre sí. En su lección sobre QED, Feynman usa esta analogía de flechas asociadas a cada camino para explicar de forma magistral fenómenos ópticos comunes como la reflexión, la refracción, la difracción, la convergencia por lentes e incluso los espejismos.

Con este método se obtiene la trayectoria que siguen los objetos clásicos, que es el camino que más contribuye a la suma total, y además se tienen en cuenta las correcciones cuánticas, que provienen de contribuciones de los caminos más exóticos que no llegan a cancelarse del todo entre sí. ¿Cómo se puede llevar a cabo todo este procedimiento, de apariencia ciertamente esotérica, de manera matemática, e incluso usando sencillos diagramas? Aquí es donde intervino el genio y la lucidez de Feynman.

 

Domesticando infinitos.

Uno de los aspectos más desconcertantes de los cálculos con diagramas de Feynman es que contienen diversos tipos de infinitos, algunos de los cuales se resisten a ser tratados matemáticamente de manera rigurosa.

El primero de ellos está relacionado con los infinitos caminos posibles compatibles con un proceso dado (desde un estado inicial A hasta un estado final B). Así, la integral sobre caminos debe efectuarse en infinitas dimensiones, que es algo mucho más serio que un espacio 'simplemente' de tamaño infinito. Feynman remplazó estas integrales por unos objetos matemáticos bien definidos denominados propagadores, que se asocian a cada una de las partículas que intervienen en un proceso. Ni siquiera hoy día se sabe cómo pasar de manera rigurosa de las integrales infinito-dimensionales a los propagadores, pero Feynman sí parecía verlo claro en su cabeza.

Otro tipo de infinitos surge de esos mismos propagadores, que en las partículas virtuales (las que son emitidas y absorbidas por partículas reales y corresponden a las líneas internas de los diagramas) pueden dar lugar a resultados infinitos, como en el caso del diagrama con bucle de la derecha de la figura 1. Estos infinitos esencialmente se ignoran (se suele decir que "se esconden debajo de la alfombra"), y solo nos quedamos con las partes que dan números finitos. Parece mentira que un procedimiento tan grosero, denominado técnicamente renormalización, funcione tan bien como lo hace.

Un último tipo de infinito puede surgir al sumar diagramas de Feynman cada vez más complicados, es decir, que contienen cada vez más vértices y más partículas virtuales. Cuanto mayor sea la precisión que se quiere alcanzar en un cálculo, más diagramas distintos deben sumarse, y cada vez más enmarañados (esta es la esencia de un cálculo que se denomina de tipo perturbativo). Sin embargo, es posible que, a partir de cierto punto, la suma deje de acercarse al resultado exacto y comience a irse a infinito.

A pesar de toda esta variedad de infinitos y de su carácter tan salvaje, que a menudo no permite su domesticación matemática rigurosa, los resultados que se obtienen con los cálculos diagramáticos de Feynman reproducen con gran precisión lo que se mide en los experimentos. Uno de los cálculos más precisos obtenidos hasta la fecha es el de una cantidad que relaciona el campo magnético creado por los electrones, que se comportan como minúsculos imanes, con algo análogo a su movimiento de rotación, que se denomina espín3. El cálculo más reciente de esta cantidad involucra más de doce mil diagramas de Feynman distintos con hasta diez vértices cada uno, y proporciona el valor 2,00231930436356, mientras que el resultado experimental es 2,00231930436182: ¡hay que irse a la duodécima cifra decimal para ver la diferencia! Se trata del cálculo y del experimento más precisos de la historia de la física, y la coincidencia es asombrosa. El propio Feynman lo comparó con predecir la distancia entre Nueva York y los Ángeles (4000 km) con la precisión del grosor de un pelo, pero lo hizo para los resultados conocidos en 1985. Los valores actuales dados antes implican esa misma precisión, pero para la distancia entre la Tierra y la Luna (380000 km).

 

Lecciones para todos.

Los diagramas inventados por Feynman se han convertido en un lenguaje universal de la física teórica (miles de libros y artículos están plagados de ellos), pero también en gran medida en un icono de la cultura popular. Aunque el público general no conozca su significado preciso, muchas personas los asocian con reacciones entre partículas subatómicas que representan los procesos más fundamentales de la naturaleza. Consciente del carácter icónico que habían adquirido, el propio Feynman decoró su furgoneta, que había matriculado con el texto QANTUM, con varios de esos diagramas y viajó con ella por Estados Unidos (figura 3).

Fig. 3 Furgoneta de Feynman decorada con algunos ejemplos de sus famosos diagramas. Autor: John Kannenberg. Fuente: https://www.flickr.com/photos/jkannenberg/14264077761/in/photostream/ Licencia: CC BY-NC-ND 2.0 DEED (https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/


Feynman murió en 1988 a los 69 años y nos dejó en forma de libros y artículos magistrales lecciones de física para los investigadores profesionales, para los estudiantes y para el público en general, pero nunca perdió de vista lo que de verdad consideraba esencial para la enseñanza y el aprendizaje, y que expresó en el prefacio de sus Lecciones de Física:

La mejor enseñanza puede realizarse únicamente cuando hay una relación directa e individual entre un estudiante y un buen profesor -una situación en la que el estudiante discute las ideas, piensa sobre las cosas y habla sobre las cosas. Es imposible aprender mucho simplemente asistiendo a una clase o incluso simplemente haciendo los problemas prescritos.

Para estudiantes y profesores, lecciones como esta son casi tan valiosas como las de física en sí.




Notas:
1 Edición en castellano: Feynman, R.: Electrodinámica cuántica: la extraña teoría de la luz y la materia. Alianza Editorial, 2020.
2 A continuación se proporciona la terminología técnica de los conceptos mencionados, aunque no es necesaria para seguir el texto. La cantidad que se asigna a cada posible camino se denomina amplitud de probabilidad, y se calcula a través de otra cantidad que recibe el nombre de acción, que es una integral del lagrangiano a lo largo del camino recorrido. El lagrangiano es una función de cada punto del espacio y de cada instante de tiempo que se construye con la energía cinética de la partícula, relacionada con su movimiento, y con su energía de interacción con otras partículas. La amplitud de probabilidad, que se ha descrito en el texto, siguiendo las explicaciones didácticas de Feynman, como una flecha que puede apuntar en distintas direcciones, es en realidad un número complejo. Estos números tienen una parte real y una parte imaginaria, que se pueden interpretar como dos componentes en un plano cartesiano, de manera análoga a vectores en ese plano.
3 El nombre técnico de la magnitud en cuestión es 'momento magnético anómalo del electrón', donde el calificativo de anómalo se refiere a lo que se desvía del valor 2, que es el que tomaría si no existiesen correcciones cuánticas.



Óscar Moreno Díaz.
Doctor en Ciencias Físicas.
Profesor Titular.
Facultad de Ciencias Físicas.
Universidad Complutense de Madrid (UCM).


Créditos Música:
524 8.17
Relaxing Piano Improvisation by Alexander Nakarada (www.creatorchords.com)
Creative Commons / Attribution 4.0 International (CC BY 4.0) https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/


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