lunes, 19 de febrero de 2024

FLoP - Eduardo Hernández

Capítulo 28

FLoP  Feynman Lectures on Physics.
(Por Eduardo Hernández)






Como tantas veces ocurre, un artículo científico te lleva a otro al que cita, y este a su vez a un tercero; o un libro te descubre otro al que hace referencia. Así fue para mí con las Feynman Lectures on Physics; la primera vez que tuve noticia de ellas fue a través de una cita en otro libro. Fue como estudiante, en el primer año de carrera, o quizá incluso en el último año del instituto, pero en cualquier caso antes de haberme embarcado seriamente en la aventura de la ciencia. En aquel entonces utilizábamos mucho, tanto como libro de texto como fuente de problemas a resolver, otra obra famosa, aunque no tan célebre: el Alonso-Finn, que era poco menos que el libro de texto obligatorio para estudiantes de los primeros años de carrera, y obra de consulta para muchos alumnos de bachillerato.

El Alonso-Finn circulaba en una carísima edición de Editorial Reverté en tres volúmenes que todavía guardo, traducido en algún lugar de Sur América. Era una obra atesorada tanto por estudiantes como por profesores, y no solo por el desembolso que suponía adquirirla. Para los estudiantes era un complemento a las clases de una claridad explicativa que en más de una ocasión suplía las limitaciones docentes de muchos profesores. A éstos, tanto a los malos como a los buenos, les proporcionaba un patrón, una guía en la que basar sus clases, además de ser una fuente inagotable de problemas para exámenes. Nos resultaba reconfortante a muchos ver que un físico del prestigio suficiente como para escribir una obra de la importancia que tenía el Alonso-Finn pudiera tener un apellido claramente de origen español. De hecho, Marcelo Alonso, coautor junto con Edward J. Finn, fue un conocido físico cubano-estadounidense. El que siempre nos refiriéramos a esta obra como el Alonso-Finn llamaba a error algunas veces. Un muy querido amigo mío, físico de pro, me cuenta que un profesor suyo le explicó que durante su estancia en EEUU había tenido la gran suerte de conocer personalmente al eminente profesor Alonso-Finn.

Pero, ¿por qué hablar tanto del Alonso-Finn cuando en realidad son las Feynman Lectures on Physics el tema? Bueno, pues resulta que no hay capítulo del primero en el que no se haga referencia, en el que no se rinda pleitesía, por así decirlo, a la obra de Richard P. Feynman. El mensaje entre líneas que nos llegaba a los estudiantes cuando trabajábamos con el Alonso-Finn venía a ser algo así como: “Con este libro puedes aprender las bases de la física, pero si quieres llegar más allá, entonces debes recurrir a las Feynman Lectures on Physics” (FLoP, para abreviar). Este mensaje me lo confirmó un joven profesor ayudante, quien un día, entre clase y clase, mientras hojeaba las FLoP, me confesó que habría deseado que a él le hubiesen explicado la física como lo hacía Feynman.

Por aquel entonces las FLoP no eran tan fáciles de encontrar. Circulaba una edición bilingüe inglés-castellano publicada nuevamente por Reverté, que podía encontrarse en algunas bibliotecas, pero no era fácil de conseguir; no recuerdo a nadie que la tuviera, además de aquel profesor ayudante. Si ya el Alonso-Finn era muy caro, la edición bilingüe de las FLoP, que se vendía menos, seguramente tenía un precio estratosférico. Hoy, en la era de internet, este gran legado de Feynman se encuentra disponible para cualquiera que desee sacarle partido a sus enseñanzas aquí.

La gran diferencia que personalmente encuentro entre las FLoP y otros textos de física general es que Feynman siempre le busca las cosquillas a tu entendimiento, a tu comprensión de lo que estás leyendo, y esto no suele ocurrir en otros libros de la misma temática (por ejemplo, el ya citado Alonso-Finn). Quiero decir que muchas veces pasamos de puntillas como lectores sobre ideas o conceptos que creemos tener claros y asumidos, pero Feynman en las FLoP constantemente nos recuerda que las cosas no son tan obvias ni tan claras. Por ejemplo, la mayoría de las personas, con formación en física o sin ella, sabe (y acepta) que la energía ni se crea ni se destruye, sino que se conserva. Esta es una ley básica de la física que prácticamente ha alcanzado el carácter de frase popular, y por tanto la repetimos sin pensar. Pero ya en el capítulo 4 de las FLoP, el primero en el que empieza a profundizar en las bases de la física, Feynman nos hace replantearnos si tan siquiera entendemos qué es la energía, o por qué se conserva. De manera subliminal, Feynman nos está mandando desde el principio un mensaje muy claro: “¡Ojo! El universo es maravilloso, pero entenderlo no es siempre sencillo” Con ello, sin embargo, no pretende desanimar al lector; más bien al contrario: el texto rezuma el entusiasmo que Feynman sentía al desentrañar los secretos del universo, un entusiasmo que resulta contagioso.

Otro aspecto que encuentro particularmente cautivador de las FLoP es el tono cercano que emplea. Es como si Feynman estuviera hablándole directamente al lector, como si estuviese escondido detrás de la página, forzándole a pensar sobre aquello que está leyendo, sea la naturaleza de la energía y su conservación, un experimento con pompas de jabón, o la diferencia entre disparar balas o electrones por una doble rendija. Este “llevar de la mano” al lector no es un estilo que uno encuentre con frecuencia en textos especializados, no ya en física, sino en cualquier disciplina. Se trata de un planteamiento radicalmente distinto al de, por ejemplo, otro famoso compendio de la física, los diez volúmenes del Curso de Física Teórica, de Lev Davidovich Landau y su estudiante, Evgueny Lifshitz. Landau y Lifshitz buscan el mismo objetivo que Feynman, es decir, poner en negro sobre blanco las bases de la física, pero lo hacen de una manera mucho más austera, sin hacer concesiones al lector. La obra de Landau-Lifshitz es un portento de sabiduría, pero de una sabiduría expresada con una concisión extrema. Dicen las malas lenguas, que en física también las hay, que a esos diez volúmenes Lifshitz no aportó ni una sola idea; Landau, en cambio, no contribuyó ni con una sola palabra. Bromas aparte, y quizá más cerca de la realidad, se cuenta que Landau compuso en su cabeza el texto completo de los ocho primeros volúmenes (los dos últimos no fueron escritos por él) entre 1938 y 1939, mientras se encontraba prisionero en la terrible prisión de Lubyanka. Landau había sido arrestado por escribir un panfleto acusatorio contra Stalin, en el que se le comparaba con Hitler y Mussolini. Fue solo gracias a la presión ejercida por personajes del calibre de Pyotr Kapitsa, director del centro en el que trabajaba Landau, y el propio Neils Bohr, ambos premios Nobel de Física, que el régimen soviético acabó por liberar a Landau. De no haber sido por ellos, lo más probable es que Landau hubiera pasado a engrosar la larga lista de víctimas de las purgas estalinistas. Si el Curso de Física Teórica ha llegado hasta nosotros, se lo debemos en buena medida a Kapitsa y a Bohr.

Feynman comienza sus FLoP con un juego, algo ya de por sí inaudito en un libro de texto, preguntándole al lector cuál es, en su opinión, la frase que mejor condensaría en unas pocas palabras el nivel de conocimiento sobre el universo alcanzado por el ser humano. Si, por algún cataclismo, todo el conocimiento científico acumulado hasta el momento se destruyera, ¿cuál sería la frase que transmitiese la mayor cantidad de información en el menor número de palabras a los supervivientes de ese cataclismo? Según Feynman, una posible respuesta sería: Todo está hecho de átomos. La frase no es tan solo una solución a un juego intelectual que nos plantea el autor; va mucho más allá. De hecho, expone la visión fundacional de Feynman de toda la física; sienta las bases de lo que van a ser los tres volúmenes de las FLoP: si queremos entender el universo, comencemos por intentar entender los ladrillos con los que está construido; intentemos entender cómo esos ladrillos interaccionan entre sí, cómo se unen para formar estructuras mayores (moléculas, sistemas condensados), cuáles son las leyes que rigen su comportamiento, etc. Este es el hilo conductor que enlaza la visión de Feynman de la física.

Y finalmente, otra característica llamativa de las FLoP es que en ellas todo tiene cabida, incluso temas que a priori no asociaríamos con la física. Feynman siempre se las arregla para buscar la conexión. Por ejemplo, en los capítulos 35 y 36 del primer volumen se detiene en la anatomía del ojo humano; lo compara con el ojo de otras criaturas (por ejemplo, el de un cangrejo), y de paso nos explica los mecanismos de la visión, la percepción del color y cómo ésta depende de la intensidad de la luz, o que todo color puede conseguirse con la mezcla de tres colores primarios. En el capítulo 30 del segundo volumen reproduce verbatim un artículo entero de Bragg y Nye, Un modelo dinámico de la estructura cristalina, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society of London, en el que los autores usan pompas de jabón como si fueran átomos para ilustrar a escala macroscópica no solo la estructura cristalina perfecta, sino también como ésta se puede ver afectada por la presencia de defectos tales como vacantes o dislocaciones. En aquellos tiempos previos a desarrollos tales como el microscopio de efecto túnel, esto era lo mejor que uno podía hacer para “ver átomos”. Esta visión generalista, esta curiosidad por todo lo que tiene que ver con la naturaleza que embargaba a Feynman, contrasta con la actitud, quizá más frecuente, de cierto desdén que muchos especialistas sienten por disciplinas diferentes a la suya, incluso en ocasiones disciplinas afines. Es un chascarrillo científico que los matemáticos miran a los físicos por encima del hombro; estos a su vez se muestran arrogantes con los químicos, y así sucesivamente. Murray Gell-Mann, físico de partículas colaborador y en ocasiones contrincante de Feynman, se refería a la física del estado sólido como física del estado escuálido (Squalid State Physics, el chiste suena mejor en inglés). Feynman tenía la actitud opuesta: para él la física era un todo, en el que nada era carente de interés. Las FLoP reflejan muy bien esta concepción globalista.

En 1986 ocurrió el desastre del Challenger; de todos es conocido el papel que Feynman jugó en la Comisión Rogers que investigó las causas del accidente. Poco después, el 15 de febrero de 1988, moriría. Por aquel entonces yo me encontraba en los últimos años de carrera, y recuerdo que mi profesor de mecánica cuántica nos llamó la atención sobre el hecho. Unas compañeras de clase me regalaron por mi cumpleaños un ejemplar de sus memorias, Está usted de broma, Sr. Feynman?, gracias a las cuales empecé a vislumbrar la peculiar historia vital del personaje. Algún tiempo más tarde, ya como estudiante de doctorado en Londres, un compañero de trabajo, miembro de la American Physical Society, me advirtió sobre la publicación de una edición especial conmemorativa de las FLoP, y que, si me interesaba, podía adquirir una copia por un módico precio. No lo dudé un instante. Desde entonces luce en mi estantería una preciosa edición de los tres volúmenes, que atesoro junto con otras referencias fundamentales que me han acompañado a lo largo de mi carrera científica.

Fig. 1 Richard P. Feynman (derecha) con su héroe, Paul M. Dirac, en Varsovia, 1962.


Las Feynman Lectures on Physics, o FLoP, como me he venido refiriendo a ellas en estas páginas, son sin duda el principal legado de Feynman. Quizá no acertaron del todo con el tono ni con la audiencia a la que iban en principio destinadas. La inmensa mayoría de los estudiantes de primer y segundo año de Caltech, donde Feynman impartía clase, no podían seguir los malabarismos mentales de su profesor, y las universidades que adoptaron las FLoP como libro de texto en primera instancia acabaron por ceder el puesto a referencias más accesibles, tales como la ya mencionada Alonso-Finn. En este sentido, las FLoP fueron un poco un flop (en inglés la palabra flop significa fracaso; no he podido evitar el chiste). Sin embargo, el curso impartido por Feynman fue mejor aprovechado por sus compañeros de facultad, que rápidamente apreciaron el carácter único de sus clases. Se dice, no sin razón, que las FLoP son la mejor referencia para aprender física una vez que ya sabes física, y lo mismo se oye decir, también con razón, del Curso de Física Teórica de Landau y Lifshitz. A pesar de su relativo fracaso como libro de texto para estudiantes, las FLoP han dejado una huella indeleble en la historia de la física y de su docencia. Leí en algún sitio que Gabriel García Márquez se había propuesto como reto en algún momento de su vida leer los treinta volúmenes de la Enciclopedia Británica. Es un reto encomiable, que a mí también me gustaría acometer, pero ya sería un reto del que me sentiría satisfecho, de llegar a cumplirlo, leer los tres volúmenes de las Feynman Lectures on Physics, pero no como si fuera una novela, no a salto de mata, yendo a tiro hecho como hasta ahora, sino como hay que leer los libros de los que uno quiere aprender: con lápiz y papel al lado. Ya lo decía Feynman: el saber no es gratis; tienes que pagar en atención, Knowledge is not free! You have to pay attention!


Fig. 2 Retrato de Richard P. Feynman en acuarela sobre papel. Creación del autor del texto.




Eduardo Hernández.
Doctor en Ciencias.
Especialista en Simulación de Materiales.
Investigador Científico.
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (ICMM).


Créditos Música:
518 2.07
Mysterious Times by Alexander Nakarada ( www.creatorchords.com )
Creative Commons / Attribution 4.0 International (CC BY 4.0) https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/


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