Como tantas veces ocurre, un artículo científico te
lleva a otro al que cita, y este a su vez a un tercero; o un libro te descubre
otro al que hace referencia. Así fue para mí con las Feynman Lectures on Physics;
la primera vez que tuve noticia de ellas fue a través de una cita en otro
libro. Fue como estudiante, en el primer año de carrera, o quizá incluso en el
último año del instituto, pero en cualquier caso antes de haberme embarcado
seriamente en la aventura de la ciencia. En aquel entonces utilizábamos mucho,
tanto como libro de texto como fuente de problemas a resolver, otra obra
famosa, aunque no tan célebre: el Alonso-Finn, que era poco menos que el
libro de texto obligatorio para estudiantes de los primeros años de carrera, y
obra de consulta para muchos alumnos de bachillerato.
El Alonso-Finn circulaba en una carísima edición de
Editorial Reverté en tres volúmenes que todavía guardo, traducido en algún
lugar de Sur América. Era una obra atesorada tanto por estudiantes como por
profesores, y no solo por el desembolso que suponía adquirirla. Para los
estudiantes era un complemento a las clases de una claridad explicativa que en
más de una ocasión suplía las limitaciones docentes de muchos profesores. A
éstos, tanto a los malos como a los buenos, les proporcionaba un patrón, una
guía en la que basar sus clases, además de ser una fuente inagotable de
problemas para exámenes. Nos resultaba reconfortante a muchos ver que un físico
del prestigio suficiente como para escribir una obra de la importancia que
tenía el Alonso-Finn pudiera tener un apellido claramente de origen español. De
hecho, Marcelo Alonso, coautor junto con Edward J. Finn, fue un conocido físico
cubano-estadounidense. El que siempre nos refiriéramos a esta obra como el
Alonso-Finn llamaba a error algunas veces. Un muy querido amigo mío, físico
de pro, me cuenta que un profesor suyo le explicó que durante su estancia en
EEUU había tenido la gran suerte de conocer personalmente al eminente profesor
Alonso-Finn.
Pero, ¿por qué hablar tanto del Alonso-Finn cuando
en realidad son las Feynman Lectures on Physics el tema? Bueno, pues
resulta que no hay capítulo del primero en el que no se haga referencia, en el
que no se rinda pleitesía, por así decirlo, a la obra de Richard P. Feynman. El
mensaje entre líneas que nos llegaba a los estudiantes cuando trabajábamos con
el Alonso-Finn venía a ser algo así como: “Con este libro puedes aprender las
bases de la física, pero si quieres llegar más allá, entonces debes recurrir a
las Feynman Lectures on Physics” (FLoP, para abreviar). Este mensaje me
lo confirmó un joven profesor ayudante, quien un día, entre clase y clase,
mientras hojeaba las FLoP, me confesó que habría deseado que a él le hubiesen
explicado la física como lo hacía Feynman.
Por aquel entonces las FLoP no eran tan fáciles de
encontrar. Circulaba una edición bilingüe inglés-castellano publicada
nuevamente por Reverté, que podía encontrarse en algunas bibliotecas, pero no
era fácil de conseguir; no recuerdo a nadie que la tuviera, además de aquel
profesor ayudante. Si ya el Alonso-Finn era muy caro, la edición bilingüe de
las FLoP, que se vendía menos, seguramente tenía un precio estratosférico. Hoy,
en la era de internet, este gran legado de Feynman se encuentra disponible para
cualquiera que desee sacarle partido a sus enseñanzas aquí.
La gran diferencia que personalmente encuentro entre
las FLoP y otros textos de física general es que Feynman siempre le busca las
cosquillas a tu entendimiento, a tu comprensión de lo que estás leyendo, y esto
no suele ocurrir en otros libros de la misma temática (por ejemplo, el ya
citado Alonso-Finn). Quiero decir que muchas veces pasamos de puntillas como
lectores sobre ideas o conceptos que creemos tener claros y asumidos, pero
Feynman en las FLoP constantemente nos recuerda que las cosas no son tan obvias
ni tan claras. Por ejemplo, la mayoría de las personas, con formación en física
o sin ella, sabe (y acepta) que la energía ni se crea ni se destruye, sino
que se conserva. Esta es una ley básica de la física que prácticamente ha
alcanzado el carácter de frase popular, y por tanto la repetimos sin pensar.
Pero ya en el capítulo 4 de las FLoP, el primero en el que empieza a
profundizar en las bases de la física, Feynman nos hace replantearnos si tan
siquiera entendemos qué es la energía, o por qué se conserva. De manera
subliminal, Feynman nos está mandando desde el principio un mensaje muy claro:
“¡Ojo! El universo es maravilloso, pero entenderlo no es siempre sencillo” Con
ello, sin embargo, no pretende desanimar al lector; más bien al contrario: el
texto rezuma el entusiasmo que Feynman sentía al desentrañar los secretos del
universo, un entusiasmo que resulta contagioso.
Otro aspecto que encuentro particularmente
cautivador de las FLoP es el tono cercano que emplea. Es como si Feynman
estuviera hablándole directamente al lector, como si estuviese escondido detrás
de la página, forzándole a pensar sobre aquello que está leyendo, sea la
naturaleza de la energía y su conservación, un experimento con pompas de jabón,
o la diferencia entre disparar balas o electrones por una doble rendija. Este
“llevar de la mano” al lector no es un estilo que uno encuentre con frecuencia
en textos especializados, no ya en física, sino en cualquier disciplina. Se
trata de un planteamiento radicalmente distinto al de, por ejemplo, otro famoso
compendio de la física, los diez volúmenes del Curso de Física Teórica,
de Lev Davidovich Landau y su estudiante, Evgueny Lifshitz. Landau y Lifshitz
buscan el mismo objetivo que Feynman, es decir, poner en negro sobre blanco las
bases de la física, pero lo hacen de una manera mucho más austera, sin hacer
concesiones al lector. La obra de Landau-Lifshitz es un portento de sabiduría,
pero de una sabiduría expresada con una concisión extrema. Dicen las malas lenguas,
que en física también las hay, que a esos diez volúmenes Lifshitz no aportó ni
una sola idea; Landau, en cambio, no contribuyó ni con una sola palabra. Bromas
aparte, y quizá más cerca de la realidad, se cuenta que Landau compuso en su
cabeza el texto completo de los ocho primeros volúmenes (los dos últimos no
fueron escritos por él) entre 1938 y 1939, mientras se encontraba prisionero en
la terrible prisión de Lubyanka. Landau había sido arrestado por escribir un
panfleto acusatorio contra Stalin, en el que se le comparaba con Hitler y
Mussolini. Fue solo gracias a la presión ejercida por personajes del calibre de
Pyotr Kapitsa, director del centro en el que trabajaba Landau, y el propio
Neils Bohr, ambos premios Nobel de Física, que el régimen soviético acabó por
liberar a Landau. De no haber sido por ellos, lo más probable es que Landau
hubiera pasado a engrosar la larga lista de víctimas de las purgas
estalinistas. Si el Curso de Física Teórica ha llegado hasta nosotros,
se lo debemos en buena medida a Kapitsa y a Bohr.
Feynman comienza sus FLoP con un juego, algo ya de
por sí inaudito en un libro de texto, preguntándole al lector cuál es, en su
opinión, la frase que mejor condensaría en unas pocas palabras el nivel de
conocimiento sobre el universo alcanzado por el ser humano. Si, por algún
cataclismo, todo el conocimiento científico acumulado hasta el momento se
destruyera, ¿cuál sería la frase que transmitiese la mayor cantidad de
información en el menor número de palabras a los supervivientes de ese
cataclismo? Según Feynman, una posible respuesta sería: Todo está hecho de átomos. La frase no es tan solo una solución a un juego intelectual que nos
plantea el autor; va mucho más allá. De hecho, expone la visión fundacional de
Feynman de toda la física; sienta las bases de lo que van a ser los tres
volúmenes de las FLoP: si queremos entender el universo, comencemos por
intentar entender los ladrillos con los que está construido; intentemos
entender cómo esos ladrillos interaccionan entre sí, cómo se unen para formar
estructuras mayores (moléculas, sistemas condensados), cuáles son las leyes que
rigen su comportamiento, etc. Este es el hilo conductor que enlaza la visión de
Feynman de la física.
Y finalmente, otra característica llamativa de las
FLoP es que en ellas todo tiene cabida, incluso temas que a priori no
asociaríamos con la física. Feynman siempre se las arregla para buscar la
conexión. Por ejemplo, en los capítulos 35 y 36 del primer volumen se detiene
en la anatomía del ojo humano; lo compara con el ojo de otras criaturas (por
ejemplo, el de un cangrejo), y de paso nos explica los mecanismos de la visión,
la percepción del color y cómo ésta depende de la intensidad de la luz, o que
todo color puede conseguirse con la mezcla de tres colores primarios. En el
capítulo 30 del segundo volumen reproduce verbatim un artículo entero de
Bragg y Nye, Un modelo dinámico de la estructura cristalina, publicado
en la revista Proceedings of the Royal Society of London, en el que los
autores usan pompas de jabón como si fueran átomos para ilustrar a escala
macroscópica no solo la estructura cristalina perfecta, sino también como ésta
se puede ver afectada por la presencia de defectos tales como vacantes o
dislocaciones. En aquellos tiempos previos a desarrollos tales como el
microscopio de efecto túnel, esto era lo mejor que uno podía hacer para “ver
átomos”. Esta visión generalista, esta curiosidad por todo lo que tiene que ver
con la naturaleza que embargaba a Feynman, contrasta con la actitud, quizá más
frecuente, de cierto desdén que muchos especialistas sienten por disciplinas
diferentes a la suya, incluso en ocasiones disciplinas afines. Es un
chascarrillo científico que los matemáticos miran a los físicos por encima del
hombro; estos a su vez se muestran arrogantes con los químicos, y así
sucesivamente. Murray Gell-Mann, físico de partículas colaborador y en
ocasiones contrincante de Feynman, se refería a la física del estado sólido
como física del estado escuálido (Squalid State Physics, el
chiste suena mejor en inglés). Feynman tenía la actitud opuesta: para él la
física era un todo, en el que nada era carente de interés. Las FLoP reflejan
muy bien esta concepción globalista.
En 1986 ocurrió el desastre del Challenger; de todos
es conocido el papel que Feynman jugó en la Comisión Rogers que investigó las
causas del accidente. Poco después, el 15 de febrero de 1988, moriría. Por
aquel entonces yo me encontraba en los últimos años de carrera, y recuerdo que
mi profesor de mecánica cuántica nos llamó la atención sobre el hecho. Unas
compañeras de clase me regalaron por mi cumpleaños un ejemplar de sus memorias,
Está usted de broma, Sr. Feynman?, gracias a las cuales empecé a
vislumbrar la peculiar historia vital del personaje. Algún tiempo más tarde, ya
como estudiante de doctorado en Londres, un compañero de trabajo, miembro de la
American Physical Society, me advirtió sobre la publicación de una
edición especial conmemorativa de las FLoP, y que, si me interesaba, podía
adquirir una copia por un módico precio. No lo dudé un instante. Desde entonces
luce en mi estantería una preciosa edición de los tres volúmenes, que atesoro
junto con otras referencias fundamentales que me han acompañado a lo largo de
mi carrera científica.
Fig. 1 Richard P. Feynman (derecha) con su héroe, Paul M. Dirac, en Varsovia, 1962.
Las Feynman Lectures on Physics, o FLoP, como
me he venido refiriendo a ellas en estas páginas, son sin duda el principal
legado de Feynman. Quizá no acertaron del todo con el tono ni con la audiencia
a la que iban en principio destinadas. La inmensa mayoría de los estudiantes de
primer y segundo año de Caltech, donde Feynman impartía clase, no podían seguir
los malabarismos mentales de su profesor, y las universidades que adoptaron las
FLoP como libro de texto en primera instancia acabaron por ceder el puesto a
referencias más accesibles, tales como la ya mencionada Alonso-Finn. En este
sentido, las FLoP fueron un poco un flop (en inglés la palabra flop significa
fracaso; no he podido evitar el chiste). Sin embargo, el curso impartido por
Feynman fue mejor aprovechado por sus compañeros de facultad, que rápidamente
apreciaron el carácter único de sus clases. Se dice, no sin razón, que las FLoP
son la mejor referencia para aprender física una vez que ya sabes física, y lo
mismo se oye decir, también con razón, del Curso de Física Teórica de
Landau y Lifshitz. A pesar de su relativo fracaso como libro de texto para estudiantes,
las FLoP han dejado una huella indeleble en la historia de la física y de su
docencia. Leí en algún sitio que Gabriel García Márquez se había propuesto como
reto en algún momento de su vida leer los treinta volúmenes de la Enciclopedia
Británica. Es un reto encomiable, que a mí también me gustaría acometer, pero
ya sería un reto del que me sentiría satisfecho, de llegar a cumplirlo, leer
los tres volúmenes de las Feynman Lectures on Physics, pero no como si
fuera una novela, no a salto de mata, yendo a tiro hecho como hasta ahora, sino
como hay que leer los libros de los que uno quiere aprender: con lápiz y papel
al lado. Ya lo decía Feynman: el saber no es gratis; tienes que pagar en
atención, Knowledge
is not free! You have to pay attention!
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