sábado, 23 de marzo de 2024

El camino vanguardista de Richard Feynman en busca del porqué de todo - María Ruiz Pérez

Capítulo 48

El camino vanguardista de Richard Feynman en busca del porqué de todo.
(Por María Ruiz Pérez)






En las primeras décadas del siglo XX se realizaron dos descubrimientos asombrosos sobre el modo de comportarse la naturaleza. Esos descubrimientos están sistematizados en dos teorías: la Teoría de la Relatividad y la Mecánica Cuántica. Toda la física básica que se ha realizado desde entonces, incluido el Modelo Estándar, se ha sustentado sobre estas dos teorías fascinantes. La Teoría de la Relatividad y la Mecánica Cuántica son extraordinarias por muchas razones. Ambas nos muestran aspectos insospechados de la naturaleza, que parecen contradecir el sentido común. Ambas han tenido un éxito sin precedentes en la cantidad y variedad de fenómenos que han permitido entender y predecir, a veces con precisión fantástica. Sin embargo, se trata de dos teorías muy diferentes, en tanto la forma en que se gestaron, como en su estructura interna. Y para colmo no se llevan muy bien entre ellas.

La Teoría de la Relatividad Especial trata sobre la forma en que un mismo fenómeno es visto por distintos observadores. Se basa en dos postulados. El primero es el llamado “principio de la relatividad”, enunciado por Galileo en 1638 e incorporado por Isaac Newton a sus leyes de la mecánica (clásica). De acuerdo a este principio, las leyes de la naturaleza son las mismas para un observador en reposo y para otro moviéndose a velocidad constante. El segundo postulado de la Relatividad Especial es cuanto menos esperado, y fue enunciado por Albert Einstein en 1905. Dicta así: la velocidad de la luz en el vacío es la misma para todos los observadores, independientemente de su velocidad o de la velocidad de la fuente luminosa. Es decir, la velocidad de la luz es una determinada cantidad que permanece constante, no varía ni se sabe si puede variar en los escenarios de la parte del Universo conocido hasta fecha de este ensayo.

Este valor constante de la luz fue conjeturado por el físico James C. Maxwell tras formular las ecuaciones conocidas por su mismo nombre “Las ecuaciones de Maxwell” y que suponen uno de los hitos científicos más importantes del conocimiento humano. Con ellas, Maxwell predijo la existencia de las ondas electromagnéticas, y la luz en su sentido ondulatorio es un ejemplo de este tipo.

Hay que subrayar que la Teoría de la Relatividad Especial es un caso particular de la Teoría General de la Relatividad. La diferencia está en que la General considera, además, observadores acelerados. El postulado en el que se fundamenta la Teoría de la Relatividad General expone: “es imposible distinguir mediante experimentos si estamos en un sistema acelerado o bajo la acción de un campo gravitatorio”.

El otro pilar del conocimiento científico conseguido hasta el momento de este escrito es la Mecánica Cuántica. Si la Teoría de la Relatividad General conllevó una revolución conceptual, la de la Mecánica Cuántica es aún más extraña y perturbadora. Sus implicaciones conceptuales pueden parecer al mismo tiempo tan ficticias como posibles, y nunca mejor dicho, dado que el concepto más revolucionario de la Mecánica Cuántica es que una partícula con carga, como por ejemplo el electrón, puede estar en dos estados al mismo tiempo. Y esto en última instancia, aparentemente, muestra una imagen de la naturaleza absurda. Sin embargo, es una descripción correcta de una de las posibles maneras en como esta se comporta.

Conseguir la compatibilidad entre ambas teorías confluyó en un nuevo tipo de teoría: la Teoría de Campos. Con lo cual, la Teoría de campos, es una teoría relativista y una teoría cuántica.

En la Teoría de Campos, los objetos fundamentales no son las partículas si no los campos. Huelga decir, que no me estoy refiriendo a campos de flores. En el presente contexto un ejemplo de campo es el campo electromagnético. El concepto de partícula surge por si solo al tratar el campo cuánticamente (y sin prescindir de su carácter relativista). Las partículas son las excitaciones. Me atrevo a decir, pero no irrefutablemente, que la Teoría de Campos explica por qué existen las partículas.

La Teoría Cuántica de Campos aplicada al electromagnetismo es conocida como la Electrodinámica Cuántica (siglas en inglés QED). Y la derivación a la Electrodinámica Cuántica, así como su estructuración, fue el destino del camino de vida de una de las personas más transgresoras de la humanidad, el físico Richard Feynman.

El contexto teórico dado hasta aquí describe el estado en que la ciencia estaba en los años previos y próximos a la Segunda Guerra Mundial. Pues bien, en este áurea de rebelión social y de rebelión científica Richard Feynman entró como estudiante de la carrera Física tras haber probado un año la de Ingeniería Eléctrica, en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). A Feynman le encantaba aprender, quería saber el porqué de todo, así que la carrera de Físicas que abarca toda la ciencia fue sin duda la que le cautivó.

Richard Feynman desde niño destacó por sus capacidades e inquietudes, aunque no siempre reconocidas por todos. Le gustaba abrir dispositivos como radios y sin lugar a dudas le encantaban las matemáticas. Sus capacitadas intelectuales fueron un rasgo de su ser tan destacable, como su carácter. Tenía un marcado carácter serio, introvertido y cortante en el ámbito académico y laboral. Pero al mismo tiempo quienes lo conocieron más allá del ámbito profesional, han destacado su divertida y pertinente espontaneidad, así como sus argumentos y explicaciones de cualquier aspecto de la vida, que hacían de todo encuentro con él una oportunidad para aprender, disfrutando de los socialmente considerados placeres de la vida.

Tras acabar la carrera de Físicas le insistieron y ayudaron en buscar otra institución donde seguir desarrollando su conocimiento y llevar a cabo su tesis doctoral. Le ofrecieron una beca en Harvard que él no aceptó. Feynman tenía claro que quería continuar su carrera en la universidad de Princeton. Probablemente su elección se debió por la misma razón de muchos otros que también elegían ir a Princeton por aquel entonces, y es que era donde estaba Albert Einstein. Princeton lo aceptó y fue asignado a un profesor adjunto, John Archibald Wheeler, que sin dejar de lado su propia inteligencia, hay que destacar que fue tan inteligente como generoso por no anteponer su posición frente a la de Feynman, viéndolo como mucho más que un estudiante recién llegado, aceptándole como una persona altamente capacitada y el compañero perfecto para no solo enseñar, si no de quien dejarse enseñar.  Feynman transmitió acertadamente las ideas sobre las inquietudes que tenía por aquel entonces a Wheeler quien además de potenciárselas, obró como altavoz de Feynman para divulgarlas a la comunidad científica y finalmente a la sociedad. Ambos apasionados de la ciencia y con una alta capacidad de trabajo, se convirtieron en el equipo perfecto en el que independientemente de las categorías laborales que les diferenciaban, Feynman era el artífice de los avances y Wheeler siempre mostró orgullo de ello.

Tal fue la grandiosidad de Wheeler en su saber tratar a la fiera que fue Feynman que en una ocasión escribió: “Estoy eternamente agradecido por la fortuna que nos unió en más de una empresa fascinante… Las discusiones se tornaban en risa, la risa en bromas, y las bromas en más toma y daca y más ideas”. Hicieron ciencia como ha de hacerse, con inteligencia, y sin sublevación ególatra la cual, a lo largo de la historia de la ciencia, ha existido y lamentablemente persiste, en el periplo de muchos jóvenes científicos.

Richard Feynman murió de cáncer a los setenta y nueve años de edad. Pese a ser una temprana edad para fallecer, para entonces había logrado repercutir exitosamente en casi todo el espectro del conocimiento de la ciencia.

Muchas de las personas que tienen constancia de que Richard Feynman fue un científico, lo catalogan de mujeriego y el creador de los diagramas de Feynman (incluso sin saber que son esos diagramas). Pocas son las que le catalogan de romántico habiéndolo sido en verdad, y mucho, con quien tuvo que serlo, el amor de su vida Arline. Así mismo, Pocas son las que tienen capacidad de investigar y entender que la etapa de devenires con mujeres fue posterior y causada por el fallecimiento de Arline por tuberculosis con quien se casó tras contraer esta la enfermedad. Este episodio fue lo único que le descentró durante un tiempo de los problemas científicos. Finalmente se casó de nuevo con la mujer con quien tuvo su único hijo Carl Feynman y adoptaron a una hija Michelle Feynman.

Fig. 1 Una de las fotografías públicas de Richard y Arline.


En cuanto a los llamados “diagramas de Feynman” fueron para él una mera herramienta que ideó para resolver el problema que realmente le interesaba, la teoría clásica del electromagnético. Las aportaciones de Feynman para resolver los problemas que presentaba esta teoría, en la época en la que él estaba haciendo su doctorado, confluyeron en la estructuración de la Teoría de la Electrodinámica Cuántica. Está teoría alcanzó una popularidad abismal hasta el punto de que traspasó la población estrictamente científica llegando a un nicho de población más global y numeroso, en comparación con la expectación que la mayoría de los avances teóricos científicos suponen al común de las personas. Esta teoría permite describir la interacción entre partículas y por tanto saber de qué están hechas las sustancias. Y es una de las más constatadas de la historia de la ciencia, es decir, los resultados de los cálculos están en una correlación con los resultados experimentales a un nivel de precisión tal, que es permisivo catalogarla como exacta.

La formulación de la teoría clásica del electromagnetismo dictamina que la fuerza entre dos cargas del mismo signo es positiva y, por tanto, se requiere trabajo para aproximarlas. Cuanto más se acercan, más trabajo se emplea. La energía desarrollada por el trabajo de juntar la carga se llama comúnmente autoenergía del electrón. El problema es que, si se llegara a contraer el electrón hasta un simple punto, su autoenergía se haría infinita, porque se necesitaría una cantidad infinita de energía para juntar toda la carga en un punto. Sin embargo, con el desarrollo de la mecánica cuántica, la imagen de los electrones cambió completamente. Por ejemplo, de acuerdo a esta teoría se establece el famoso concepto de “dualidad onda-partícula”, que significa que partículas con carga, un arquetipo de partícula cargada es el electrón, son una onda y una partícula, tienen un comportamiento dual. Esto son partículas que orbitan el núcleo de los átomos. Una imagen divulgativa y extendida, pese a ser poco precisa, de átomos y electrones orbitando los núcleos, aceptable para alguien no experto, es lo que sale en el logo de la cabecera de la serie americana “The Big Ban Theory”. Ilustrar así los átomos se hace en libros de texto de nivel de instituto sin recalcar el marco de trabajo en que esto es aceptable, para ilustrar los cálculos matemáticos y físicos. Esto es aceptable desde el punto de vista clásico, pero no considerando el carácter cuántico de la naturaleza, que es el que más acertadamente describe la verdad del comportamiento de la naturaleza conocida. Pues bien, resulta que un electrón en movimiento emite radiación electromagnética (como luz u ondas de radio). Esto fue algo que se descubrió antes de que se teorizada, a partir de los experimentos de Michael Faraday, Christian Oersted y otros en el siglo XIX, además del trabajo teórico fundamental de James Clerk Maxwell, mucho antes por tanto de la llegada de Richard Feynman a la ciencia.  Así pues, cuando Feynman afrontó su reto personal de teorizar la interacción entre partículas y concordar con los experimentos, la autoenergia del electrón seguía saliendo, incluso a los más audaces científicos de la época constructores también de la teoría electromagnética cuántica, (Schiwtchland, Dirac…) infinita. Estaba además el añadido de que de acuerdo a la Mecánica Cuántica la radiación está constituida por paquetes de energía individuales, a los que en jerga científica se denominan cuantos. Y dado que según las partículas que interaccionan los cuantos de energía cambian, se les otorgan nombres de acuerdo al tipo de interacción. Así, un cuanto de radiación emitida por un electrón se denomina fotón. El tipo de fotones que un electrón puede emitir, absorber o reabsorber se produce en una escala temporal demasiado corta como para que humanamente podamos ver uno, o tan si quiera medir, y por esto se las clasifica como partículas virtuales, los efectos causantes de los valores infinitos recurrentes, que a los científicos les salían en los cálculos y truncaban la compleción de la teoría electromagnética. Sería precisamente Feynman quien se diera cuenta que no se podían obviar estos fotones, al incluir los efectos de la relatividad y así vincular relatividad y cuántica. Recordemos que en esencia lo que siempre se ha perseguido, y particularmente Feynman hizo, es una búsqueda de una teoría unificadora que dé respuesta al porqué de todo. Una búsqueda que marcó el camino de idas y venidas a temas que a lo largo de su vida trató y a los que siempre su destino pese a desconectarle durante un tiempo lo hacía volver. Así, su trayectoria está formada por un conjunto de senderos aparentemente desconectados pero que se bifurcaron siempre en el camino hacia la búsqueda de la teoría definitiva que describiera la naturaleza. Algo así como Yu Tsun, el protagonista en “El jardín de los senderos que se bifurcan” del escritor Jorge Luis Borges.  Así que, si pensamos en un electrón moviéndose, hemos de visualizarlo como un objeto rodeado de una nube de partículas virtuales. Y como no se puede prescindir de ellos, Feynman aprendió a tratarlos. Para ello, creó unas herramientas matemáticas. Tales son los llamados diagramas de Feynman.

Antes de llegar a este punto de su camino, había pasado por diferentes senderos que en cierta manera lo hacían transportarse a sucesos pasados de su vida, aparentemente sin relación, pero orientados todos a un mismo y único destino, el suyo, hacerle ser la persona mediadora entre la Relatividad y la Mecánica Cuántica.

Uno de estos sucesos fue su asistencia cuando era un estudiante de posgrado, a una fiesta que el denominaría a posteriori “la fiesta de la cerveza” en una taberna de Princeton. Allí conoció a un físico que estaba de visita que se interesó por saber en qué estaba trabajando. Feynman le contó que estaba tratando de proponer una manera de desarrollar la mecánica cuántica en torno a un principio de mínima acción. Era algo en lo que venía trabajando en su tesis doctoral junto con Wheeler lo que a su vez y con retroperspectiva lo había llevado su conocimiento adquirido tras interesarse en entender el famoso Principio de mínima acción que le dio a conocer su profesor de bachillerato en vista de la brillantez solapada al aburrimiento que Feynman sufría, y no escondía, en las clases y que su profesor Mr. Bader (el de Star Wars no, pero se pronuncian igual) detectó y quiso tratar.

El principio de mínima acción afirma que la diferencia entre la energía cinética de un objeto en cualquier instante y su energía potencial en el mismo instante, calculadas en cada punto de su camino y después sumadas, será menor para el camino real que ha tomado el objeto. Es decir, que los objetos cotidianos como puede ser un balón son muy listos y vagos, y de todos los caminos posibles que hay hasta llegar a su destino deciden y saben cuál es el más corto ¿no?, pues no. El balón, la luz… no saben que están tomando el camino del tiempo más corto. Simplemente se comportan así y las leyes del movimiento de Isaac Newton lo describen.

Tras el interés de Herbert Jehle, el físico que conoció Feynman en la fiesta de la cerveza, en su trabajo, Feynman le preguntó si conocía a alguien que pudiera ayudarle con su idea de desarrollar un principio de acción en la mecánica cuántica. Para buena sorpresa de Feynman la respuesta fue que sí. Se trataba del por entonces ya afianzado como científico Paul Dirac.

Dirac ya había pensado y dejado entrever la idea de que existía una relación entre la descripción del movimiento de Newton, la física clásica, con las descripciones que se estaban por aquel entonces desarrollando que analizan el carácter cuántico de la naturaleza. Esta idea la expuso de manera muy superflua y sin darle importancia en su artículo “The Langrangian in quantum mechanics” de 1932. No supo desarrollar la idea y a penas la dedicó unas líneas en su artículo. Pero sirvió de ayuda a Richard Feynman quien, a partir de sus propias ideas, desarrollos físicos y matemáticos, encontró la motivación y ayuda en Dirac para continuarlos y concluirlos dando lugar al hoy famoso concepto de integral de caminos.

Para entender el significado de la integral de caminos rebobinemos un poco. Isaac Newton describe el movimiento de los objetos visibles en nuestra escala cotidiana y desarrolla las leyes clásicas del movimiento, Joseph-Louis Lagrange (principalmente conocido por su trabajo en mecánica celeste; si, el de los puntos de Lagrange) reformula la leyes clásicas del movimiento, siendo quien se diera cuenta y supiera desarrollar que tales leyes de Newton pueden formularse si se usaba la acción, entendida en el contexto científico como la suma de sobre una trayectoria de las diferencias entre la energía cinética y potencial, a la que desde entonces se le conoce como lagrangiana, y con ello determinó con qué tipos de movimiento producirían las trayectorias que minimizaban esta cantidad. Paul Dirac propone haciendo uso de la lagrangiana que de algún modo el desarrollo de Lagrange sea adaptable y útil al contexto cuántico a través de la acción. Richard Feynman lo idea, lo desarrolla, lo argumenta y lo denomina integral de caminos. Sin ser purista (algo que como a Feynman no me gusta) el símbolo integral significa una suma de caminos muy pequeños, un tamaño que en jerga matemática se denomina diferencial.  Si usted hace una integral de un conjunto de diferenciales de un camino entre dos puntos, estará usted haciendo una integral de caminos y si la calcula bien, como resultado obtendrá el camino total.

En 1942 Japón, aliado de Alemania combatiente acérrimo de América ataca la base americana de Pearl Harbord, la Segunda Guerra Mundial está produciéndose. Entre tanto ese mismo año Feynman acaba su tesis titulada “El principio de mínima acción en mecánica cuántica”. Wheeler quien se mostraba más como un ayudante de Feynman que como su director, lejos de aprovecharse del conocimiento que Feynman le aportó, le estímulo para que en su tesis publicara su saber sobre la integral de caminos. Sin embargo, Feynman no lo hizo. Y mientras preparaba su graduación recibió la noticia de que tenía que irse a los Álamos para centrase en la fabricación de la bomba atómica junto con todo el elenco de científicos que América había conseguido agrupar a su favor para combatir a sus oponentes. Su porvenir le hizo a Feynman durante tres años, aparentemente despojarse de la ciencia llevándole por un sendero sin saber si retornaría al camino principal hacia el que fuera el objetivo de su destino, el desarrollo de la electrodinámica cuántica.   A la vuelta de Los Álamos publicaría finalmente su tesis.

Pasaron unos años más hasta que publicara su formalismo de la integral de caminos, su artículo titulado “Space-Time Approach to Non-Relativistic Quantum Mechanics, (1948)” causó un auténtico revuelo entre la comunidad científica. Digamos que no fue plenamente bien acogido. Y es que, por aquel entonces, la mecánica cuántica se desarrollaba en base al formalismo de Paul Dirac y Erwin Schrödinger (si, el del gato de las famosas camisetas de Pampling). El formalismo de Feynman permitía dividir los sistemas en piezas separadas, lo que parece básico y esencialmente posible para la idea de medida en mecánica cuántica y sin embargo es una de sus mayores dificultades. Y lo permite al separar las partes del sistema que no se miden o no pueden medirse, de las partes en que uno desea centrarse. Pues bien, resulta que esto no es posible en las otras formulaciones estándar de la mecánica cuántica. Pero claro, entienda el lector, que, si los ánimos ya estaban acalorados socialmente, que fuera entonces un joven treintañero a decir a científicos consagrados entre los cuales estaban los arquitectos de la mecánica cuántica, que el formalismo utilizado hasta entonces era precisamente lo que truncaba el avance de la misma, genera como poco fatiga. Hay que recalcar que el formalismo de la integral de caminos presentada en este momento por Feynman no consideraba los efectos relativistas.

Recordando los párrafos introductorios a este ensayo, he mostrado que uno de los problemas a resolver de la mecánica cuántica es medir las partículas elementales como el electrón. Para medirlas hay que saberlas detectar, es decir, saber dónde están ¿verdad? Las partículas siguen sus caminos naturales. En el enfoque que Feynman dio a la mecánica cuántica, prescindiendo del carácter relativista, se rehúsa la noción clásica de trayectoria que sigue una partícula desde un punto inicial a otro final; en su lugar, se dice que todo camino que conecta ambos puntos tiene cierta probabilidad (puristamente, una amplitud de probabilidad) de ser transitado por la partícula. Es decir, como la partícula puede haber viajado a su destino a través de cualquier camino, interpretaremos que el movimiento se da por todas las trayectorias al mismo tiempo. Para poder tratar todas las trayectorias al mismo unísono, Feynman introdujo el concepto de “integral de camino” como la manera que disponemos para considerar todos los diferentes caminos que confluyen en la posición final de la partícula.

Poco tiempo después de la publicación de su artículo sobre esta nueva herramienta matemática, Feynman quiso ir más allá y mejorar introduciendo el carácter relativista. Ello le permitiría poder usarla para conseguir su gran objetivo, compartido además por el resto de científicos de la época que ya eran para entonces colegas de profesión y de los que ya había ganado tanto su respecto como admiración pese a la rebeldía que mostrada ante la autoridad o lo mordazmente directo que podía ser en seminarios y reuniones de ciencia: Estructurar la Teoría Electrodinámica Cuántica para poder entender la interacción de las partículas y en última instancia saber de qué están hechas las sustancias.

Cuando aplicó sus integrales a la teoría del electromagnetismo considerando los postulados de la relatividad, seguían saliendo los fastidiosos infinitos. Pero de nuevo una idea brillante surgida en sus divagaciones científicas con su fiel director de tesis Wheeler, se le vino a la mente. La posibilidad de que las partículas pudieran viajar hacia adelante y hacia atrás en el tiempo. Conllevaría extenderme demasiado en explicar esto, pero en resumen esa fue su idea. Teorizar esta interpretación de la realidad fue extremadamente difícil incluso para Feynman. Así que a fin de representar el proceso espacio-temporal que surgía en su visión de suma de caminos, se puso a dibujar. Y de ello surgieron los diagramas de Feynman. Tales ilustraciones se convertirían en la taquigrafía de las descripciones matemáticas que hasta entonces habían supuesto arduos y largos, muy, muy, largos cálculos.

Como he dicho, se dice de Feynman que era un hombre mordazmente crítico, intenso e impaciente en cuanto a averiguar el porqué de todo aquello que en su camino era de su interés. La ciencia sin duda lo fue. Y muchas de sus aportaciones a ella están solapadas en el éxito de todos los avances a posteriori de su muerte. Sin embargo, en verdad Feynman fue una persona sin ningún ego, que mencionaba el trabajo de los demás antes que el suyo propio. Y en cuanto a su carácter puede ser que la verdad fuera que aquellos que recibieron sus críticas no les gustara lo que Feynman les dijo. Pero Feynman haciendo honor a lo que es un científico per se, era un descriptor de la naturaleza. Era ese tipo de personas que, si veía algo absurdo, decía que era absurdo.

La teoría de la electrodinámica cuántica describe a la Naturaleza como absurda desde el punto de vista del sentido común. Y está en completo acuerdo con los experimentos. Así que espero que aceptes a la Naturaleza como Ella es -absurda-.

Richard Phillips Feynman.

Sin lugar a dudas Richard Feynman es un ejemplo del significado de científico. Alguien en quien desde hace ya unos cuantos años he tenido como ayuda en mis estudios científicos a través de su legado escrito, así como referente en modo de tratar la ciencia y ser una científica. Sin embargo, a la ciencia no llegué a través suya. Nunca he tenido en mi familia un referente ni nadie que me lleve de la mano en la vida, ni mucho menos en la ciencia. De manera genuina la semilla de la curiosidad me viene de serie. De hecho, como anécdota dentro de mi marcada formación en ciencias puras, siempre me gusta decir que durante mis primeros años escolares no había ninguna asignatura que me motivara. Mi motivación colegial eran las actividades extraescolares, particularmente pintura. A la edad de cuatro años ya sabía matemáticas básicas y dicen que tenía una lectura muy buena. Y es que lejos de tener en las matemáticas mi mejor recuerdo, lo tengo en la lectura. Saber leer fue para mí lo mejor. Ello me llevó a aprender sobre dibujo artístico y empezar muy pronto en una academia de pintura (me agrada saber que Feynman también asistió a clases de pintura y expuso cuadros bajo el pseudónimo de “Ofey”). Fue por aquel entonces cuando tomé consciencia de la figura de Leonardo Da Vinci. Y ha sido a través de este otro genio, por lo que no solo me quedé en sacar buenas notas en las asignaturas de ciencias, si no de querer saber más sobre lo estrictamente marcado en el plan de estudios. Recuerdo irme al monte y rio a hacer dibujos, tomar muestras y hacer experimentos en casa; recuerdo ahorrar dinero e irme a la ferretería de mi barrio con diez años a comprarme todo tipo de útiles que, clasificados como gominolas en una tienda de chuches, el dueño tenía que dejarme subir a coger en taburetes y escaleras para alcanzar a los estantes debido a la estatura propia de mi corta edad.

Puedo agradecer eso si a mis profesores, médicos y orientadores el interés que mostraron en mí sin yo darme cuenta de lo que ellos intentaban hacerme ver: incluso niños de familias desestructuradas con más obstáculos que facilidades, pueden ser portadores de un gran potencial. Su desdicha estará en la suerte de su vida, de caer en su periplo en manos de un guía que les sirva de catalizador y al igual que John Archibald Wheeler hizo con Richard Feynman les catapulte a los dos a ser descriptores de la ciencia. Así que si algún pequeño o joven lee esto, decirle que: no te fustigues si pese a tener un cuaderno de calificaciones excelente no consigues lo que anhelas; persiste y actúa como lo que quieres ser, un investigador/a, luego investiga el modo de cambiar tu presente; estate dispuesto a estudiar con linternas, con solo libros y soportando la presión de no perder tus futuras becas, las cuales estoy segura que no solo te mereces, si no que conseguirás; no tengas miedo y no olvides que todos, hasta Richard Feynman, han cometido errores.

Gracias especialmente a esos profesores de colegios y catedráticos de universidad que aun hoy me escriben, me llaman y están siempre dispuestos a trabajar conmigo. Y a esos compañeros de estudios que me llaman para ofrecerme trabajos.

Gracias a mis amigos, esas personas con las que no comparto ningún parámetro biológico, pero con quienes he creado una familia ejemplar, por darme ayudas de manera tangible y reconocer la ayuda de mi recibida. Por recordarme que la vida aprieta, pero no ahoga; que toda ayuda que he dado en mi vida, la vida de algún modo me la devolverá; por darme la paciencia que en mis épocas de mayor dolor me falta. En esta ocasión dejadme vosotros, familia, enfatizar la confianza y fe que George tiene en mí. Ojalá nunca te defraude. Todos vosotros sois ya un premio de la vida.

Gracias a la doctora Ángela Torrens y a los catedráticos Dr. Francisco Jesús Carrera Troyano, Dr. Francisco Matorras Weinig, Dr. Antonio Aramburu, Dra. María Cristina Pérez García. Al físico y divulgador Dr. Julio Güemez Ledesma por no solo enseñarme Termodinámica si no también oratoria y el arte de divulgar ciencia. Gracias también especialmente al Dr. Vicent Martínez Badenes especialmente por las conversaciones personales.  Mi agradecimiento a la Dra. Paula Benavidez por ser amiga más que mentora. Gracias al Dr.  Javier Ruíz Pérez que, pese a compartir apellidos, lo que nos une es el placer de hacer ciencia, gracias especialmente por tu interés en mi más allá de la ciencia. Y a muchas personas más de ciencia que me motiváis a que no abandone. Y claro está a ti, científica ejemplar y consagrada en el ámbito científico, que por las circunstancias que ambas sabemos no te nombro pero que estoy segura que el mensaje encriptado le captas, ojalá podamos cumplir lo hablado y cumplir por mi parte un pequeño sueño, tener publicaciones contigo.

Por otro lado, mi agradecimiento más profundo a la Dra. Neila Campos (todo un ejemplo de mujer científica y gran persona), al físico y astrónomo Javier Ruíz y al equipo fundador de la asociación de AstroCantabria, por confiar, por dejarme hacer y deshacer, por recibir con plena gratitud mis sugerencias, por querer que esté, por darme voz, por enseñarme, por hacerme sentir parte de algo grande.

Pero la dedicatoria de este ensayo es para esa persona que siempre confió en que yo llegaría a tener una formación superior: mi abuela Pilar. La vida quiso que siendo muy joven el alzhéimer no te diera tiempo a verme recoger mi segunda titulación superior: Graduada en Física. Lo que, según tú, justificaba mi personalidad.

“Tu niña del porqué” esa a la que le dabas radios viejas para abrir, que con un año te abría el cerrojo del armario de las galletas y la que sin empezar la asignatura de química en el instituto te sacaba tus cuadernos de farmacia para abordar tus ejercicios de formulación y entenderlos como si jeroglíficos egipcios fuesen. Esa niña que se hizo mayor aun persigue el ser y sentirse una científica. Ojalá cuando lo consiga despiertes de tu mal sueño y me veas.

Finalmente, gracias a ti lector, por llegar hasta aquí. Porque como suelo decir: “De nada te sirve saber, si no tienes a quien dárselo a aprender”.




Bibliografía:
(1) Space-Time Approach to Non-Relativistic Quantum Mechanincs. R.P. Feynman. Cornell University, Ithaca, New York. April 1948. Modern Physics. Volumen 20.
(2) The Lagrangian in quantum mechanics. P.A.M.Dirac. November 19, 1932. St John’s College, Cambridge.
(3) La física y los diagramas de Feynman. David Kaiser. Investigación y ciencia, Septiembre 2005.
(4) Seis piezas fáciles. Richard P. Feynman. Editorial: Crítica.
(5) Electrodinámica cuántica. Richard P. Feynman. Edición revisada 2022. Editorial: Alianza.
(6) The Feynman Lectures on Physics. Volumen III: Mecánica Cuántica. Richard P. Feynman and Robert B. Leighton. Editorial: Bilingua. Fondo educativo Interamericano S.A.
(7) El LHC y la frontera de la física. Alberto Casas. 2009.Editorial: CSIC.
(8) Descubrir a Richard Feynman. Lawrence M. Krauss. Editorial: RBA.
(9) El jardín de senderos que se bifurcan. Jorge Luis Borges.



María Ruiz Pérez.
Ciencias Planetarias.
Investigadora en Centro de Astrobiología, Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (CAB-INTA-CSIC).
Miembro oficial de las misiones de NASA, InSight Mission y Mars Science Laboratory Mission.
Colaboradora con diversas sociedades científicas de España.


Créditos Música:
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Midsommar by Scott Buckley | https://soundcloud.com/scottbuckley
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